El pasado viernes, la dama que vela mis sueños (la nueva, la otra se jubiló) recién licenciada, sin venir al caso (se le notaba la interinidad laboral... Pero qué miseria de país), me dijo: "Ser viejo tiene ventajas: la experiencia, los consejos, os tratan de don y os quiere todo el mundo. Disfrutáis de la pensión en Benidorm con vuestros mejores recuerdos". Disfruto en Benidorm con mis mejores recuerdos... Es bueno saberlo. Esta mujer confunde júbilo con jubilados. Yo no necesito una dama que vele mis sueños, necesito un cerrajero que me quite los grilletes. No salgo de casa, tengo miedo; si no me estampo con la farola, me desparramo por el suelo (sin empujarme, aunque que hay quien me empujaría con gusto, según me cuentan). Pero hay más: "para la edad que tiene está muy bien". Probe de mí, de bien pasé a mal hace mil de años. Llegó la hora de reunir mis sueños y con un libro, para que no se diga que la cultura está cerrada por defunción, huir de este mundo tan individual, con causas aplazadas (yo mismo aplacé una para cuando quisiera y no quiso) a otro cercano al amor y la santa poesía. Gracias.
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