Si algo nos trastornó a la vecina chismosa y a mí, fue el cierre, por orden del corregidor, del lavadero municipal obligado por lobbies de fábricas de lavadoras que hacen la vida fácil... "Ponga una lavadora automática en su vida y váyase a sestear". Y cometimos el horror de ponerla y ahora tenemos que comprar prensa rosa si queremos saber de una y otro. En los pueblos pequeños no motivamos no más que penas, como los peores escritores. ¿A quién importa si la vecina chismosa me conoce mejor que yo mismo, y viceversa? (Y tú, qué poco aún ha sufrido... Si uno de los nuevos se te ofrece para ir a mi encuentro, antes de que haga el ridículo más espantoso, dile que estoy en ti, y solo para ti). Los que residimos en pueblos pequeños, la vida de los demás, aunque vaya ciega de rabia... A unos si se les presenta la ocasión desprecian el amor y otros impaciente esperan que el amor llame a la puerta. Antes lavábamos los trapos sucios en el lavadero municipal y ahora... ¿Qué soledad, Dios mío, qué soledad es esta? (Con amenazas, no penetrará en tus días la sabiduría que la santa poesía otorga). Gracias.
Aleja el orgullo de ti…
ResponderEliminarHazme un favor…
Tú eres así…
Nunca estuviste tan sola…
Esta vez, aunque tarde te he leído enterito desde donde te dejé ; )
Y ¿ sabes qué? cuando amanece tu día tras escribir, amanecen los nuestros leyéndote, aunque sea a la una y media de la madrugada ¡¡ buenos días !! ; )
Muuuchos besos... me voy a mimir jaja muuy feliz finde a artir de mañana hoy...
Sé tú también muy feliz, María, tú y los tuyos. Beso grande. Gracias.
ResponderEliminarSalud.