Cuando el amor no acorta distancias, las diferencias nos convierten en diferentes, entonces sucede que nos trasformamos en entes reactivos y luz es el reflejo, triste de morir, de otros y otras y alguna. Nuestras convicciones se mudan con nuestras fortalezas. Somos nada, tan siquiera el fulgor de una apariencia extraña, desconocida. Somos nada, o solo ruido. Cada vez que evitamos actuar ante la humana necesidad, aparecen los rencores, las mentiras, la hipocresía y transmitimos oscuridad. (Quien procrastina lo pasa mal, hasta el punto de perder la salud mental. Desgraciadamente, también fractura el alma de los más débiles con profunda zozobra). Lo dijo don José Ortega sin Gasset: "El literato no es, sino, el encargado de despertar la atención de los desatentos, hostigar la modorra de la conciencia popular con palabras agudas e imágenes tomadas de ese mismo pueblo, para que ninguna simiente quede vana". ¿Necesitarán los desatentos un literato que les hostigue la modorra con palabras agudas? Y, mientras, el ataúd sigue bajando y la soga sigue subiendo. (Brindo a la salud del literato). Gracias.
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