Ayer conocí a un tipo en el autobús, y sin saber de qué misa venía, me dijo que hoy tomaría la determinación de seguir, que era imprescindible seguir porque largo es el camino que resta y aún no he comenzado a dejar las pisadas más pesadas que dejan huella. Que debo seguir, y asumir las consecuencias de mis actos. Que no me descarte, ni me justifique con disculpas de viernes de mercado. Nada es porque sí o porque no: "tú sigue". A un tipo conocí en el autobús y me dijo que siguiera: "tú sigue". Pues sin saber qué debo seguir o a quién, ni a dónde, si se presenta la oportunidad de seguir seguiré... O empezaré, que tal vez nunca empecé para poder seguir. Pero hubo más: me aseguró que parar no es opción, aunque sea rutina lo que me espera. "Encadenar momentos difíciles para lograr la paz de cuerpo y alma". (¿Empezaré? ¿Seguir a quién y a dónde?
Nada tengo qué perder. Seguiré si me acompaña quien me lo pida por fuerza mayor. Ay, cuesta seguir sin haber empezado. Y mucho más, y peor, me costaría saber que si yo no sigo... Joder, dona, eso no. (A veces es preferible no saber). Gracias.
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