La sinceridad es un problema sin resolver para mí. Ocurre que digo lo que siento y lo que pienso y me contradigo al no tener que ver lo digo con lo que siento ni con lo que pienso. De lo que escribo no hablo porque no me atrevo. No soy lo que doy a entender, y me gustaría que mis amables lectoras me creyeran. Significa mucho para mí. Si me conocieran se darían cuenta que lo mío es lo más cercano a un desorden mental. Yo no quiero ser como soy y pediría perdón a la primera que se sintiera ofendida y me lo dijera de corazón. Sería un consuelo para mí y una misericordia para ella. Quizá si no me tomaran en serio mitigara mi dolor... Ay, no sé, que no me tomen en serio también duele. Soy como soy y la gracia que creí tener no la tengo. Tengo amigas idas que se fueron yendo al conocerme. ¿Se puede sobrevivir al amor que ensalza la mentira? Las mariposas revolotean en el estómago y se niegan a digerir la cruel mentira. (Ya ven, amaneció, sigo en casa y no pido otra oportunidad ni un margen de confianza. Hoy pido mantener el equilibrio entre la verdad y la mentira. Y que alguien me quiera). Gracias.
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