"Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad". (Mario Benedetti). ¡Qué!. No seré yo quien lleve la contraria al poeta de la vida y el amor. A mí también me gusta esa gente.
Cuando uno asume un proyecto, por elogiable y guay que sea, no puede dejar de ser quien es. Sé tú mismo. Si un proyecto a uno le exige perder su identidad debe decir no o acabará atrapado en un mundo de ficción y silencio. No hay alivio para quien sabiendo lo que hay que hacer no lo hace. Hay quien hace porque sí o porque queda estupendo a vista de nadie. Hay quien bebe las mieles del éxito y no reacciona a lo que importa. Pura mecánica. A quien no sabe ni aprende, como el bolero: "Así pasan las horas...". (¡Atiza la modorra!). Si nadie hace nada que cave su sepultura. Es lo único útil que puede hacer en plan postureo. Solo postureo. Ser rehén de todo vale y si no vale otro vendrá que lo hará, no nos lo dijo el poeta. La vida es complicada y difícil de esclarecer, pero no imposible. (Ojalá que hoy no entre en de soslayo un holandés que no sepa que la desdicha prueba al fuerte y el poder al justo, porque me obligaría a explicarle qué es la siesta y no tengo palabras). Gracias.
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