Ian, Enol y Diego ya no llevan el confinamiento en casa. Una semana, dos, tres... ya no lo llevan ni comprenden por qué no pueden ir al colegio con sus amigos y que la maestra les enseñe y no sus padres. Una semana y otra la pasaron jugando y haciendo deberes y destrozando sus dormitorios. Pero ya no lo llevan y el bichito que no ven... ¿"Por qué no lo vemos"? El confinamiento en casa cambia la rutina de los niños y los lleva a otra realidad que no comprenden. Sus padres les explican pero no cuela la misma explicación para crear la fortaleza que no tienen. El "desescalamiento" debe empezar por los niños seguido de los padres. Los güelos, confinados en casa, estamos bien, me atrevería a decir que estamos mejor que en una residencia de mayores. Sufro por mis nietos, sufro por mis hijas, sufro por los que no llegan a fin de mes, sufro por la grieta de la sociedad, sufro por los parados y sufro por mí. Los políticos quieren que nos vayamos yendo a un lugar con otro estilo de vida y a mí no sé si me dará tiempo. (Cuando todo esto acabe, cuanto menos, estamos obligados a no olvidar). Gracias.
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