"Serás la noche oscura donde arderé, las vigas de la casa que aún sigue en pie, beberé tu sangre y pondré tu piel, escribiré tu nombre en cada pared... No fue cosa de un día, ni dos ni tres, como el tigre a su presa, te acorralé". (Víctor Manuel S. J.).
"¿Quién pudiera? Dentro de ti hay un diamante en bruto". ¡Hay que joderse!. Me lo cantó una jubilada bella -bella pero vieja como yo. O más-, a la cara en el hogar de jubilados y pensionistas después de jugar a cartas porque la dejé ganar. Yo no sé jugar a cartas pero un día ingenuo lo tiene cualquiera y la dejé ganar. Una jubilada sin luces para verme como un diamante en bruto o con el sentido del ridículo por estrenar, sin ánimo por bajar las escaleras después de intentar subirlas para mear... Sí, el hogar de jubilados y pensionistas del pueblo de Patricia no tiene retretes en la sala de recreo ni ascensor para subir a mear al desván ¿? Anejo hay un bar, pero es público con gestión privada y es de buena educación no molestar. Y sí, la bella jubilada si no sube se mea y si consigue subir, sin aliento, no baja. De cómo pasará el invierno frío sin calefacción, dice, con la cara de los entierros y funerales, hablaremos otro día. (Acabo de convencerme de que soy un animal político prehistórico y que acabaré haciendo campaña electoral con Santiago Abascal. Santi, para los amigos, que diría Pablo Casado). Gracias.
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