Llegó el domingo, y con él finaliza la semana más difícil, la de aceptar que aunque sigo vivo soy más dependiente de lo que era. Pero no debo rendirme ni dejarme llevar por un ánimo triste de morir. Si después de tanto negar que no venimos a este mundo a sufrir me tengo que retractar me retracto y sí, a este mundo hemos venido a sufrir y punto. Punto si lo fuera, pero no lo es, porque tengo la esperanza de ver más de lo que veo. No lo es no, y no daré un paso atrás, incluso morderé donde más duela. Lo curioso del caso es que sin pretenderlo ya siento lástima por quien en otro tiempo y otra vida sentí amor. (En vez de gratitud me demostraste orgullo, probe, ni te imaginas quien soy cuando siento lo que siento. Y lo que siento es cosa mía. Un día te dije que era persona de fiar y que podías contar conmigo. Era verdad y no me creíste. Otro día te diré que yo no tuve nada que ver. Las cartas están echadas y se acabaron los aplausos y los besos y los abrazos aquí y allá). Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario