sábado, 26 de octubre de 2019

Menuda hazaña.

Hoy, Patricia tenía una buena disculpa para no salir conmigo a pasear y salí por mí cuenta asumiendo el riesgo que conlleva salir por mi cuenta a pasear. En el pueblo de Patricia mi estado de ánimo decae porque nunca pasa nada. Entonces recordé el milagro de la floración del azahar en Les Seniaes y me adentré ellas. Y allí vi a una señora echando cuentas: "¿sabes por quién doblan las campanas? Sordo no oigo las campanas, pero me duele reconocer que no sé lo que me pregunta la gente cuando no sé. Decir otoño es decir octubre, y en el pueblo de Patricia a la gente le da morirse. La señora echó cuentas y en lo que va de octubre en el pueblo de Patricia el cura no da abasto con tanto entierro. La gente se muere cuando las caricias se enfrían y los besos que no damos reclaman su por qué. Yo disimulo y pongo la coraza y erguido en la esperanza aguanto lo que me echan y no suelto la mano de quién me amó, ni de mi viejo y sabio amigo Eugenio que me ayudó a reinventarme. 

Ayer dije que la vida no se fía de mí ni yo de ella y hoy digo que la vida me favorece porque el rastro que dejo al andar es de amor. "Eres un cantamañanas". Oye, tú, yo no dejo de amar a quien me amó. Yo evoco el amor al véspero mucho antes de escribir el día que me encanta vivir. Y tú después de amar te ofreciste al desamor y hoy estás muerta y en tu lecho ni cantan las plañideras. Por no amar a quien te amó te enfrentaste a ti misma en el dominio de la tontería y perdiste. Probe. Gracias.

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