En los años altos...
Quizás alguien crea que de cantar tangos tristones... Pues no, y no llamo al saber que me enseñaron ni a al que aprendí por mi cuenta. Soy de cantar alegrías, pero si un día canté tangos tristones fue porque vino a de soslayo un sufrimiento mayor.
(Qué puedo hacer para que no sufras...
Para que salgas de casa sin complejos de emociones reprimidas.
Duele el alma.
Te quiero).
Le debo mucho a la vida, pero no tanto como a mi esposa porque sin ella la vida no vale nada. Sin embargo, aún me queda amor que regalar. De ahí que si alguien dice para mí, ha de considerar que el amor, desde que el humano ser lo inventó, es selectivo y solo acepto vidas de ojos cristalinos que emitan destellos de luz, como en los universos paralelos de Einstein. Si reúnen mis condiciones, pregunten a cualquiera por el camino que lleva a Les Seniaes, el paraíso donde todo comenzó. Allí me encontrarán. En los años altos solo me entrego al manantial de la sabiduría del caminante que hace camino... "Y cuando vino la muerte, el viejo a su corazón preguntaba: ¿Tú eres sueño? ¡Quién sabe si despertó!". (Antonio Machado). Gracias.
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