viernes, 11 de octubre de 2019

Déjense aconsejar.

Como las olas que se alejan de la playa y dejan la arena mojada, uno a veces cree dejar la vida y no volver. Hoy, de buena mañana he vuelto sin haberme ido. Presiento que mis cuatro neuronas planean un impulso nervioso definitivo. Daría lo que no tengo por tener a quien culpar, pero la culpa no tiene dueño. La realidad deja al desamparo todas mis desavenencias y deroga las disculpas más creativas de los viernes de mercado... Confieso haber vivido más años de los que tengo. Y amén.

De paseo con Patricia por Les Seniaes, le pregunté que si no le importaba de la que iba a recoger a Ian y a Enol al colegio llevar mi coche y llenar el depósito de gasolina. Eso le pregunté. Llenar el depósito de gasolina hoy correrá de mi cuenta, en adelante correrá de la suya. Sabía que si algo tenía que llegar llegaría y creo que ya llegó. ¿Existe otra estupidez mayor que cumplir años? Sin darme cuenta acabo de entrar en la edad de la autoestima, la sabiduría y los consejos. Aviso: aprendan a vencer el miedo o que el prior del Valle de los Caídos les defienda ante los tribunales de justicia. Va en serio, pero no negaré a nadie la posibilidad de cambiar sus caderas de acera como una amiga ida de su propia vida, si me ven llegar. De cualquier manera perderán. Déjense aconsejar y no pongan impedimentos o les prometo que lamentarán haberme conocido. Gracias.

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