domingo, 6 de octubre de 2019

A la amiga que va y viene.

Viene al consuelo que prodiga bendiciones recordar a la amiga que va y viene. Perdón, es domingo: al consuelo viene saber que nunca volveré a ver más de lo que ven mis ojos. Ya me explico. Una amiga que va y viene, cuando salgo de casa y nos vemos, bendice mi nombre. Pero mi nombre en su boca sabe al peor de los desprecios... No comprendo por qué me saluda. Los desprecios hacen daño. En Oseas 4:6, Jesús el Cristo dijo: "Mi pueblo perece por falta de conocimiento". ¿Me saludará porque no sabe que su saludo me desprecia o porque sabe que aún la quiero? Pero hay más: solo me saluda cuando nadie la ve. ¿Qué relación de amistad se puede mantener con nadie que no aspirar a ser alguien? Yo vi sus lágrimas silentes caer a tierra como pétalos de flor. Fueron lágrimas de amor. Y Fito y Los Fitipaldis, "Entre la espada y la pared", cantan: "Entre lo amargo del café quedó el aroma y el calor. Lo que me dio, me lo dejó cuando se fue". (¡Ups!, eso es embarazoso). Gracias.

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