lunes, 10 de junio de 2019

Pecadora.

Después de la gran resaca del fin de semana, y cuando menos falta hace, casi siempre llega el lunes pagando las culpas de la desmemoria pues nadie sabe qué pasó. De joven yo tenía por costumbre exorcizarme al salir de casa pidiendo perdón a quien encontraba en el camino: "me confieso pecadora, perdóneme usted si puede". Y le cantaba de Agustín Lara el bolero:

Pecadora.

Divina claridad la de tus ojos,
diáfanas como gotas de cristal,
uvas que se humedecen con sollozos,
sangre y sonrisas juntas al mirar.
Sangre y sonrisas juntas al mirar.

Por qué te hizo el destino pecadora
si no sabes vender el corazón,
por qué pretende odiarte quien te adora,
por qué vuelve a quererte quien te odió.

Si cada noche tuya es una aurora,
si cada nueva lágrima es un sol
por qué te hizo el destino pecadora
si no sabes vender el corazón.

En la soledad del banco de un parque en la noche insomne, los besos y las caricias de un solo dueño acaban en el cuarto oscuro de un viejo hotel de mala suerte. "Por qué te hizo el destino pecadora si no sabes vender tu corazón...". Gracias. 

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