lunes, 24 de junio de 2019

Ojalá fuera como fue mi güela.

Yo, si fuera mujer, sería sor o divina. Confieso que no sé si un hombre puede ser sor o divina. Antes no. Antes un hombre era un hombre y una mujer su mujer. Antes las cosas estaban claras y el chocolate espeso: Lo decía mi güela. Mi güela fue minera, tuvo ocho fíos y llevaba comida a los "fugaos" en el monte, entre ellos mi güelu. Mi güela no tenía nada que ver con ése diputado de VOX en el parlamento andaluz cuyo nombre no me viene a la memoria. (Mi memoria es olvidadiza como el amor). Lo que me viene a la memoria es una amiga de otros tiempos cuando un día le pregunté si confiaba en mí y me dijo clavando su mirada en el suelo: "sí, y no sabes cuánto". Es cierto, no lo sé. A veces los daños colaterales ni se imaginan el daño que hacen. Entre mis desvelos ella sigue ocupando un lugar preferente. Y al alba, sigo detectando y escribiendo en de soslayo incorrecciones en sus maneras y disparates innecesarios. Si hubiera conocido a mi güela no sería como es. Sería coherente en su comportamiento y no se dejaría amedrantar por cualquiera... Y si digo cualquiera, quiero decir cualquiera. 

Esta noche, en la Hoguera de San Juan, quemé mis peores decepciones, incluyo una pregunta: ¿por qué cuánto y no más o menos? La pregunta que en breve volverá a estar de actualidad la hice un día a una mujer de pasos perdidos y solo obtuve un encogimiento de hombros y una lágrima resbaladiza. Le hice la pregunta y tenía la respuesta. Mal desquiciador sería si hiciera preguntas y no tuviera respuestas. (A quien nada quiere, yo, que voy de sobrao, tengo para dar y regalar). Gracias.

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