miércoles, 12 de junio de 2019

No recordar es la muerte.

El que nace pobre ha de tener algún derecho, y no hablo del derecho a morir dignamente... (¡Pero qué morir dignamente si no nos dejan vivir dignamente!). Lo que ven mis ojos me encoge el corazón. La palabra tiene el potencial de la vida, y si me falta la palabra... La palabra. El abandono se pega a los surcos de mi piel y se va para abajo sin una lágrima ni un pretexto.

Provengo de la vida, agonizo y no me reconozco, me extraño y echo en falta abrirme a los demás. Mostrarme como soy. Sé que si penetro en el sepulcro no saldré ni por amor, como ÉL. Ni la María que siempre me acompaña... Soy simiente que no prendió, soy lo que nunca quise ser. Fui hábil sin fuerza y sin valor. Para ser el que quise ser tendría que olvidarme del que me obligaron a ser. He dejado pasar el tren de las oportunidades tantas veces que ni un verso y su trama con el afán de las hormigas me salvaría. Si cuanto menos fuera capaz de recordar que hubo otra existencia y un relicario de amor. Si mis ojos y otra mirada. La mirada que enternece, la que me enseñan mis nietos y no veo. Ojalá que el final sea el comienzo. Gracias.

2 comentarios: