lunes, 17 de septiembre de 2018

Un lunes no se deja escribir.

Una promesa que me hice me obliga a escribir un lunes en blanco, como el curriculum de los políticos. Qué pena de lunes tener que recurrir a los políticos y sus miserias. Joder, dona, si una amiga... ¡Vaya!, el recuerdo de una amiga ida me trae a la memoria una promesa que Mario Benedetti nos obligó a echar a andar. Se llama Roxana y como a mí le flipa la poesía y el café puro. A Roxana le encanta el café puro. "El café debe ser caliente como el infierno, negro como el diablo, puro como el ángel y dulce como el amor". (Charles Maurice de Talleyrand). Y yo añado: y degustarlo en amena compañía. De Roxana tengo escrito que es un ángel. Y si digo Roxana digo Susa dulce como el amor. Roxana y Susa son mis primeras amigas de la palabra idas. Qué poco sé de ellas, cada cual en su hemisferio. Aún nos une el pasado y algunas confidencias... Hay que joderse, nombro a Roxana y Susa y mi ordenador que me ordena se detiene. No es un virus informático, ni me han cortado la luz... ¿Alguien sabe por qué la luz es tan ruinosa? Y la cesta de la compra y todo lo demás incluida la fe. (De otra amiga ida diré que nunca me engañó, siempre supe quien era y que ahora vive un infierno pero no quiero que vuelva ni esperarla).

Me cuesta la salud pensar que la pensión de pensionistas y jubilados no llega a fin de mes. Ni el salario de los trabajadores y los que viven de milagro; digo que viven de milagro porque no me explico cómo se puede vivir por debajo del umbral de la pobreza. Si me viera ante el espejo -"¡maldito espejo!", diría Susa-, mis pupilas no reflejarían ni siquiera una esperanza. No diré que mi vida se apaga, como el bolero, pero hay lunes que pagaría lo que no tengo para que todas sus horas estuvieran dedicadas al amor y la santa poesía. Y a las amigas idas. Un lunes no se deja escribir porque no se deja... Es todo. Gracias.

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