domingo, 2 de septiembre de 2018

Por su mala cabeza.

Va en serio: Hablo del trabajo y trabajar en lo que uno se siente como si el puesto de trabajo estuviera hecho a la horma del zapato. Tal vez porque realmente es lo que gusta, porque es vocacional, y no se cambiaría ni por todo el oro del mundo. O al contrario es un estado ávido, y no tanto por el trabajo en sí sino por los dueños: hay dueños que son peor un que dolor de muelas y hacen de la vida laboral del trabajador un calvario... Un calvario que llevan a casa y atormentan a toda la familia. 

El asunto que hoy traigo a de soslayo tiene que ver con trabajadores que trabajan maltratados por sus dueños. A veces los trabajadores viven un sinvivir que les lleva al dolor de alma. Son trabajadores que todos conocemos, incluso conocemos su historia. Quieren cambiar de trabajo y otras ofertas no existen. Pero un día, sin saber mucho más que nada, a un trabajador le ofrecen un contrato temporal y un puesto de trabajo que le permite desarrollar sus facultades, entonces pide excedencia en la empresa y se siente más cerca de la felicidad. (No sé si me explico.... Va a ser que no). El tiempo pasa, y, como todo tiene su fin, una trabajadora, porque hablo de una trabajadora, vencido el contrato temporal y sin posibilidad de renovación tiene que volver a su puesto de trabajo anterior y ahora viene lo peor: el comportamiento de los dueños no es ni de lejos el que era sino peor porque otro trabajador ocupa su puesto de trabajo por menos dinero y piensan despedirla o ingresarla en un manicomio. Una trabajadora tiene que volver (¿sí? a ser una trabajadora explotada por sus dueños mientras encuentran una razón sin motivos para despedirla, o como digo ingresarla en un manicomio que es gratis. Por su mala cabeza. Gracias.

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