Me cuenta Kristel que tiene una amiga que cree en Dios. Importa la fe. Lo extraño, al menos para mí, es que en nombre de Dios designa a cada uno de sus días una tristeza y la vive. Rondando los treinta, no imagino una vida tan desconcertante. Kristel no sabe y la tiene preocupada. Mal asunto: Quizás un agravio laboral, un tropiezo emocional, ay, o que vive sin saber lo que quiere. Sea lo que sea, porque es creyente debe saber que Dios pone a disposición del humano ser un arma infalible, le llama esperanza y siempre está dispuesta a dar segundas oportunidades. (¿Si se pierde la esperanza qué queda? Dios celebra la vida y el amor, y el humano ser celebra todo menos la vida y el amor. Los creyentes rezan -unos más que otros-, pero rezan más cuando las cosas se tuercen. Y el Sabina canta: "... donde habita el olvido". Lo digo como me sale del ama, yo, de ser creyente, le sacaría partido: De tocar fondo, algo que nadie está libre, y tengo pruebas, resucitaría como Él no más allá del tercer día. (Merece la pena luchar por la vida pero ya no por el amor... El amor no existe ni en Teruel). Gracias.
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