"Con la web, por favor". Llamé por teléfono en busca de un pasado que añoro y una voz afectuosa me respondió. Y gracias. Puedo vivir sin él, además, fui yo quien dijo no de aquella manera irrespetuosa. No era yo (es sabido), de ahí la llamada. No busco perdón: no creo en la resurrección (el que la hace la paga). El futuro fue ayer, lo digo a veces, y sin embargo... El día que escribo es mi pasado y mi presente, pero ahora mi mente absurda quiere paz y reclama reconciliación. ¿Comprendes?
Por aquel entonces descubrí la literatura en estado libre. Llamé por teléfono para saber si una sombra deja de perseguirme. Una sombra del pasado me persigue y uno no está para correveidile... Culpable la que me grita y solo existe en mi cabeza. Quizá ya ocurrió y reminiscencias del pasado avanzan veloces y silencian ruidos que evocan ecos reprobables... No sé. La mediocridad no es noticia ni es meritoria porque no se esfuerza... Porque no es curiosa ni presta atención. La mediocridad no interesa ni es interesante. Me explicaría con palabras de trovador pero no soy de cantar siempre la verdad y no viene al caso desnudar sentimientos. El árbol da su fruto y es hermoso si su fruto es sabroso. Al árbol se le conoce por su fruto. Y al escritor por sus escritos. Árbol sin fruto, herida abierta ("ay, amor"). En los años altos uno ha perdido la fe en un dios bueno y como aquí el día más claro llueve conviene ser precavido porque no es lo mismo amar que dejar que te amen... Recuerdo un día, y no sé si viene el recuerdo al caso que nos ocupa, alguien me dijo al poner mis palabras es su boca, como Jesús el Cristo en boca de los Apóstoles: "yo tengo estilo propio". (Un día también yo tendré estilo propio y una llamada de teléfono y una voz afectuosa será suficiente para descifrar el lenguaje figurado que no responde a intereses espurios). Gracias.
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