De cuando en vez nos quejamos de cómo nos salen las cosas. Mal o muy mal. Las cosas salen como salen y la mayoría de las veces salen mal porque mal empiezan. Siempre lo digo y lo repito: la culpa no tiene dueño, es una verdad incontestable. Y ocurre que no somos autocrinos. Lo dijo Antonio Machado y lo recuerdo a menudo: "¿Dónde está la utilidad de nuestras utilidades? Volvamos a la verdad: vanidad de vanidades". La autocrítica comienza por reconocer comportamientos propios, los errores y tomar medidas correctoras. La suerte tiene que ver, pero más que la suerte tiene que ver la autocrítica. Somos más de prejuzgar que autocríticos... Y qué lástima. También conviene considerar las limitaciones, porque no todos valimos para todo. Cada cual tiene sus capacidades y sus limitaciones susceptibles de mejorar. Somos más los que, ignorantes, nos resistimos a corregir errores. Lo lamentable del caso que algunos tienen capacidad para mejorar si se lo proponen, ejemplos ailos. Hoy, después de ayer, no me apetece sino llorar por el déjà vu que pudo salvar un amor y no se dejó. Hablo de lo que hablo: a buen entendedor pocas palabras bastan. (Porque salgas de casa sin miedo, sin protector y la cabeza alta). Gracias.
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