sábado, 11 de agosto de 2018

Ayer estuve en Valencia.

Ayer estuve en Valencia y la María sabe que nunca vi tanta gente sin saber a dónde va, a no ser que fueran todos al mismo sitio... ("Qué no daría por un café y unas pastas de té a la sombra"). Mi esposa de ir a las rebajas se mueve como pez en el agua por Valencia y en un verbo estábamos sentados en la terraza de un bar a la sombra y un camarero: "Bona tarda, ¿qué les apetece? "Una caña, un café y unas pastas de té, gracias". El café dos euros y una pena, y las pastas de té un dolor. La caña no sé. En verano y con tanto turista era de suponer. El caso es que en la mesa de al lado había una señora de lo más estupenda que vestía de pasarela y peinaba de peluquería y olía divina de la muerte y exhibía unas manos enjoyadas y un reloj que, en un descuido, puse las gafas de ver y era una joya de reloj casi seguro. Aquella mujer era una mujer 10 para las traperías, las joyerías, las perfumerías y eso. Y con eso me vino a la cabeza la corrupción... Los políticos corruptos en este país visten trajes de gratis, conducen coches de gratis y eso también de gratis. Las fiestas para los políticos corruptos nunca se acaban ¿? Los políticos corruptos viven de las apariencias y roban descaradamente. Son gente perniciosa que no mira a la cara cuando les hablan, son gente hipócrita sin dignidad. Y cuando hablan sube el pan. (Disculpen el desahogo). Gracias.

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