Muerto abril, mes de los poetas, y después de entregar mi último verso, ¡viva mayo!, mes de las flores (y la alergia).
En mayo, mi prioridad será mi prioridad. Mis anhelos serán anhelos. Y para mayor tristeza, hay quien va diciendo por ahí que se fue sin haberse ido y me dejó sabor a hiel en los labios... No tengo enemigos, y muerto Eugenio, tampoco amigos, pero no dejaré pasar una sonrisa de soslayo que priorice el bendito amor mientras viva. Lo digo a veces: "Si algo muere necesariamente algo nace". Mis sueños no los guardaré en un cajón desencajado. Además, llamaré a las cosas por su nombre empezando por lo innombrable que llamaré decepción, desánimo, frustración. Sin olvidar lo que pudo ser gozo eterno para ser gozo en un pozo. ¿Quién dijo que la tierra era redonda? (Sin rencor ni olvido). Gracias.
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