jueves, 10 de mayo de 2018

Entre mis olvidos, Susa.

Por ser un asunto personal no lo traje a de soslayo pero creo que ahora en de soslayo entra gente de buen amor que por casualidad antes no entraba y creo que puedo confiar en ella. A esa gente le cuento que en la mili tuve una novia hermosa (ojo, yo también era y soy estupendo y bien parecido-, el asunto es que me escribía una carta cada día. Nos queríamos y el amor es fatigoso a veces. Me escribía anécdotas que le sucedían en la facultad. No recuerdo cómo se llamaba, solamente recuerdo que estudiaba magisterio y que se casó con otro. Vaya, es dar al teclado y asoman mis olvidos como churros por una churrera. Llegado este punto, he de decir con la cara de los entierros que a nadie se le ocurra recordarme mis olvidos porque la lío parda, y saben que sé con quién hablar para que me saque las castañas del fuego. Y en cuanto a la maestra, Dios y su María quieran que no sea de Gra(d)o y se llame Susa... Porque aún la quiero y guardo su fotografía en mi relicario de amor. Joder, dona, joder. Y Susa, ¿qué será de su vida? De las flores la más desconfiada, la que no se deja ver por cualquiera, la violeta, la que esconde su belleza bajo la hierba. Gracias.

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