lunes, 14 de mayo de 2018

La mujer de los tres encuentros.

Ayer, paseando por el pueblo de Patricia sin rumbo se acercó a mí "la mujer de los tres encuentros" y se expresó con palabras incomprensibles... (lo digo con la mano en el corazón, hay mujeres que no saben lo que quieren, ni siquiera se entienden y pretenden que los demás sepan lo que quieren y las entiendan ¿? Yo, y no digo las mujeres, digo una mujer, puede quererme -yo la quiero-, pero nada más) de sus palabras incomprensibles ni recuerdo su tono, eso sí, y lo sé de fijo, lo que me dijera es largo plazo... Oiga usted, si un viejo le pide un beso, dígale sí o dígale no, pero no le diga "sí pero no". ¿Comprende? Disculpen, creo que no merece la pena seguir hablando para llegar a ninguna parte, dejaré que un dios poeta se explique por mí: se llama Amaury Pérez y además de un dios poeta es la hostia. Gracias.

Encuentros. (Amaury Pérez).

Al primer encuentro me entregó los ojos
me sobrecogió rezumando ternura y cerrojo
y bebí sus cejas, calé sus pupilas,
como quien espera, como quien aspira.

Al segundo encuentro me entregó los labios
y me conquistó destilando pasión y entusiasmo,
cabalgué su boca, remonté sus dientes,
como quien aborda, como quien pretende.

Al tercer encuentro le entregué mis sueños
y se descubrió demostrándose
ajena y sin dueño,
le noté pereza, desazón, desgana
como quien temiera, como quien dudara...

Es que no me quería,
constató turbada mi melancolía:
me utilizaba para reponer sus ansias perdidas,
me lastimaba, me deshacía,
me regalaba un poco de amor... y partía.

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