La semana pasada se fue sin pena ni gloria. Lo cierto es que esperaba mucho de ella aunque he de confesar -y no es poco- que la salud bien, gracias. Pero esta semana, a mitad tal vez, digo tal vez porque no sé el día que vivo. Oiga usted, eso no puede ser bueno. Echo cuentas y no sé el día que vivo... En fin, luce el sol y hace calor, digo entonces que es primavera y que ya puedo volver a Les Seniaes si Ian y Enol me acompañan... O resucita dona o solo no voy.
La semana pasada se fue con una esperanza y no la he vuelto a ver. La podría llorar, pero una esperanza no se llora, se entrega o se renueva. Será cuestión de encontrar otra esperanza que merezca la pena insuflarle palabras de amor y que la María me la restituya, de lo contrario y lo dijo Pablo de Tarso, "no hay poder que no venga de Dios". Gracias.
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