domingo, 15 de noviembre de 2015

Soñaré un día.

Es domingo y ayer enterré mi penúltima miseria. Con eso quiero decir que por viejo nunca aprendo y tal vez vuelve un día con otra miseria a pasear por de soslayo. Tardé doce días en volver a la verdad... Aprendí, y no es poco, que duele el alma recrearse en la propia miseria... ¡Joder, dona!. Amanecerá un día en Les Seniaes y con la primera luz, los días serán un pecado inconfesable. Amor y solo amar. Amanecerá un día... ¡Claro!. Después de la oscuridad de la noche al alba el día soñado. Porque nunca llovió que no parase. Nunca deja de amanecer un día diferente a otro... Simplemente salir de casa y ver el sol y amanece por más oscura o negra o triste de morir que sea la noche. Siempre amanece. Con el nuevo día salen bandadas de pájaros a festejar la luz del alba. Al alba. ¡Joder, dona, pero no aprendo!. Y cómo duele.

Escucha, fíjate bien si es que aún puedes en el mar y su tranquilad mañanera. Escucha, fíjate, presta atención al nuevo amanecer, y no le des importancia si este día que ahora comienza no lleva tu nombre o las cosas que te gustarían que ocurriesen no ocurren... Por suceder está casi todo... Busca alguna sentida aspiración, un minuto de gloria como el de ayer; una victoria y un fracaso también valen; derrotas colectivas que duelen hasta los humildes del corazón. Escucha y fíjate bien, respira hondo, cierra los ojos y convendrás conmigo que la vida merece al menos un verso tibio.

Y pensar que soñé que hoy no asomaría por de soslayo... Que me había ido sin sobresaltos... Sin dar importancia a las cosas que realmente la tienen. Por una voz solidaria con el amor que reivindique el día soñaré que amanece feliz para todas y todos, y también para mi, y por defecto solo presente. Ni pasado ni futuro, solo presente. Mientras llega el día soñado haré lo que pueda por vivir. Por intentarlo que no sea. Por una vida y un existir más tolerable. Soñaré un día.

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