Si tuviera que elegir entre todos los males que nos aquejan como sociedad elegiría la impunidad para que no se pueda convertir el olvido en delirios de grandeza. Y el erario en relicario. La impunidad cruel, insaciable, insensible frente una sociedad que camina sobre la cuerda floja entre la miseria y el desamparo mirando de soslayo el día por vivir. El día de hoy presagia tormenta. Los señores dueños de los partidos políticos convocan a su militancia para elaborar las listas que presentarán a las próximas elecciones según sus intereses... Se trata de perpetuarse en el poder. La militancia no opina solo levanta la mano. Inevitable como la muerte, siguen como buitres alimentándose de la carroña institucional, el clientelismo y la desvergüenza. Todo pasa por la impunidad. Que nadie se entera de lo que hacen... Como sociedad nos toca confiar en ellos cada cuatro años. Y ellos como políticos a ver quién gana más sin que se sepa... Y si se sabe les tocó la lotería o es herencia del abuelo... Nos tratan de estúpidos. La impunidad les protege. Una mano tapa a otra.
Donde no hay vergüenza no hay miedo. Se cubren bien las espaldas. Y si torpes de entendederas o ciegos de vanidad se entregan a la justicia sin miedo y sin sanción: delinquir sale barato.
Algún día la sociedad como votantes les exigirá responsabilidades. Ojalá estemos a la altura de nuestras necesidades. La sociedad no debe renunciar a su papel fiscalizador... Dejar de lado los ideales y ser objetivos. Son abrumadores los trofeos de la impunidad con mentiras de todo queda en casa, de todo queda suspendido en el orden de la palabra y no la existencia. El problema son los corruptos que deciden, los que mandan, los que pisan, los que cobran los porcientos, los que insultan la inteligencia ciudadana. La justicia tiene grandes logros, pero también tiene grandes desvergüenzas y grandes intereses. ¿Politizada la justicia? "... y Caronte de nuevo ha llena su barca de inocentes...". Recuerden.
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