domingo, 1 de noviembre de 2015

Las edades del hombre.

Amaneció, pero no tengo claro si realmente hubiera preferido que no. Me encuentro mejor, muchas gracias. El asunto que me obliga a escribir es malo tirando a la desesperación... Ayer noche quise morir en cualquier circunstancia. Para que mi estado de ánimo no pase de soslayo, pues el caso le puede ocurrir a cualquiera que tenga la fea costumbre de crecer, ya sea a mayor o a más mayor o a demasiado mayor, ay. Estoy viviendo esa fase de la vida: Demasiado mayor. Me gustaría ser más explícito pero no sé. Vivo una situación difícil de explicar. Mejor lo cuento y que cada cual decida si merece la pena seguir o apearse en marcha si alcanza a comprender lo que quiero decir. El asunto es jodido, aviso.

En la noche de ayer, leyendo el interesantísimo artículo: "David Beckham y el nuevo tatuaje de su mano", llamaron a la puerta dos chicas de la edad de Patricia; el asunto va de eso: Las edades del hombre. De las dos, una que conozco de toda su vida al verme dijo a la otra: "aquí no es, nos hemos equivocado". ¡Se llama María Jesús es amiga de Patricia y no me reconoció Madre de Dios!.

Patricia dice que estaba oscuro y que las gafas nuevas y que ellas... Ellas y yo. Igual no es mucho, pero para mi fue un verdadero trauma. Y mi esposa empeñada en subir una foto a facebook con mi nuevo look. ¡Sí claro!. La tristeza en el alma es invisible. Sean felices, pero no crean lo que les pueda decir un oculista de buena fe. A no ser que se lo diga un escritor de contrastado talento, no se fíen. Se les quiere.

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