Sir Rabindranath Tagore, dijo: "Es fácil hablar claro cuando no va a decirse toda la verdad". Sir no hablaba de política.
El principal instrumento de comunicación del humano ser es el lenguaje. Y sus posibilidades de expresión contienen la condición esencial para entendernos y tener mejor acceso a la cultura y los sentimientos que se puedan compartir. Es lógico pensar pues que la mentira no es exclusiva de un desoslayo desesperado por un poco de amor... La mentira y la verdad es un todo y se articula a través del lenguaje. Decires que cautivan y llegan al corazón. Para alcanzar el bendito amor simplemente ya no vale la mirada de soslayo, el dominio del lenguaje es esencial; y el silencio y los gestos y las muecas también se consideran maneras de comunicación. El lenguaje es propiedad de todos y todas, y su principal objetivo no es dificultar la comunicación como piensa alguna, sino enriquecerla. Cada cual debe conocer sus reglas y ser capaz de aplicarlas con afectividad.
La literatura, como arte de la expresión verbal, se desvela de peligrosa hacia arriba al someternos permanentemente a malas interpretaciones por un leer entrelíneas y algunos conflictos del entendimiento que obstaculizan la comprensión armoniosa. La literatura aciaga como arte verbal. Ni contigo ni sin ti, Jorge Manrique, tienen mis males remedio. Difícil, por no decir imposible, amor, lo nuestro no tiene futuro si como única manera de expresión consideramos la literatura.
La comunicación es un laberinto a la hora de reflexionar sobre qué nos motiva u obliga a escribir. A de soslayo le salva mi ordenador que me ordena: él es ciencia definición. Describe y explica de manera meridiana su acción, identidad, rol, emoción, pasión, sentimiento, conciencia, fe, patología, límite, personalidad, originalidad, y etcétera. Mi ordenador es la comunicación que emana de un entrecruzamiento de luces de colores y neuronas. Mi ordenador es la expresión sin la comprensión, como la prensa escrita de hoy en día que, además de las ideas políticas de sus accionistas, están las de los acredores. El periodismo no es ajeno a la crisis y su activo financiero en poder de vaya usted a saber condiciona su credibilidad. Quizá ya ocurrió (definición de Borges para la experiencia estética): Ajeno el periodismo a la información fidedigna, difícil o imposible acceder a la reflexión de la noticia que realmente interesa. La libertad de expresión va con los tiempos, y corren malos tiempos para la credibilidad. El periodismo de hoy en día carece de medios para contrastar la realidad de los hechos, de ahí que surja la duda y con ella la pregunta: ¿qué hay de lo mío?
Se hace saber que el lenguaje encierra intereses espurios: de aceptar el lenguaje como expresión superior y relativizar la mirada de soslayo sería como comparar las ofertas del correfur con las Sagradas Escrituras según Rouco Varela. Y ya me callo, pero allá se van. Se les quiere.
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