miércoles, 11 de noviembre de 2015

El poema del día.

Si de viejo no me quejo ¿qué? He vivido.

Si te has de quejar porque la vida te trata mal y la muerte no se aclara, no te quejes. Es que... Digo que no te quejes no que no te entienda. Es que... Chantaje emocional... Es más cómodo quejarse que asumir las consecuencias. Culpable de no utilizar la palabra de manera inteligente. OK. Mi esposa un su teléfono móvil a todas horas. Ok.

El teléfono móvil con sus risas de poca gracia perjudica las relaciones sociales. Mejor la distancia corta para dialogar. A pesar de que las cosas no van por ahí, yo me niego a interpretar y contestar con la rapidez que exige un ¿OK? ¿Qué le respondo a un OK?

Hubo un tiempo y una amiga con la que chateaba y acabamos mal. Nunca volví a chatear con nadie. Ni escribir en los foros. Ni otros sitios. Por cada comentario una metedura de pata. Mis reacciones neuróticas culpables. Puedo escribir al dictado de mi ordenador que me ordena pero no al de los capricho de otros y otras. Ni ceñirme a un guión. La poesía para mí es todo, pero me resulta agotador comenzar el día buscando un poeta muerto y un poema que me diga. Con el polémico y controvertido Gustavo Escanlar lo dejo de momento. Si vuelvo vuelvo. Seguiré leyendo poesía y escribiendo el día que me gusta vivir con los humildes en el corazón.

El ser humano, por naturaleza, tiende a razonar en beneficio de su colindancia, y piensa de urgencias. Me olvido de mí y escribo con la influencia del poema del día clavado en mi psique: La inspiración de un poeta. No lo seguiré haciendo. Me hace daño y me quejo. Es que... Ayer fue un día difícil de digerir. Un cambio se hace necesario. No me paralizarán los secretos inconfesables, ni la poesía que conspira con los sentimientos. Previo a la destrucción, decido romper con el poema del día. ¿Qué destrucción? Es que... La María me perdone. Amén.

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