El sentimiento natural de un abuelo hacia su nieto es amor por los cuatro costados. Que sepa no existe otro. Y de viejo voy tropezando con las farolas. Digo que no nos separen las malas decisiones sean ajenas o propias. Y que se vaya la arrogancia y la vanidad, los exceso verbales y los disimulos que no trago al carajo. Donde sea que sea el carajo o esté.
Uno llega a los años altos y solo quiere amor: entender el lenguaje del corazón y ver con los ojos del alma. Sin más.
Por un minuto de gloria es la historia de una decisión mal tomada, o cuanto menos sin sospechar las consecuencias... No son tiempos solidarios si hablamos del amor de un abuelo hacia su nieto, ni lo fueron, ni lo serán, engañarnos para qué. Eché mis cuentas y faltaban 11 besos y 12 besos... y 12 besos y... ¿Qué plan es este? Ni un beso menos por nada: 12 eran los besos y 14 el día señalado para actualizar los besos que no se dieron. ¿Por qué? ¿A quién importa por qué? Fue un minuto de gloria, pero bendita la gloria. Como San Juan de la Cruz: “ya solo amar es mi ejercicio”. Insisto. Y no hay culpables, pero la sabiduría está ahí; al menos yo aprendí la lección. Ni 12 días ni vuelve a casa por Navidad. Solo amar. (Todos los derechos de este comentario están reservados, incluidos los besos).
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