viernes, 6 de noviembre de 2015

A pensar no aspiro.

Estaba pensando... Pensaba yo... Pensar da mucho juego. Uno se queda en la inopia mental y si le preguntan dice que estaba pensando y queda con un señor... O no. Tengo que reconocer que a veces se nota que de pensar nada de nada: es aburrimiento. Sin embargo, ahora puedo pensar y nadie lo duda porque ya tengo las gafas de ver. Son una pasada, y una disculpa para decisiones tomadas de antemano. "Ayer pasaste a mi lado y...". No te vi, cariño. Anda uno de aquella manera y hasta que estas gafas se sincronicen con la mirada, ay. ¿Me perdonas? ¡Joder, dona, tenemos que cambiar de estrategia, dijo sí!).

Pensar, lo que se dice pensar más bien poco, la verdad. Si llamo pensar a invitar el cerebro a la reflexión sobre un tema o como reto específico. Un día creo recordar que lo intenté y no pasé del dolor de cabeza.¿Antesala de pensar el dolor de cabeza? No puede ser bueno. Perdido en la escasa capacidad para archivar información dejo que mi subconsciente obre a libre albedrío. Sin información, sin datos y sin querencias, soy apenas una idea por desarrollar. Comprender los conceptos por medio de los ejemplos. A pensar no aspiro.

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