sábado, 21 de noviembre de 2015

Indiferencia.

Pareciese que al paso de los años dudo de todo. Si alguien dijo que con los años llega la sabiduría yo no diría tanto. O soy joven. ¿Qué no diría una amiga ida si al paso de los años ella acumulara años y decepciones y yo días y alegrías? Tengo la ligera sospecha que mis alegrías se convierten en convicciones religiosas. Ni amigas del alma que saben y se callan ni monjas de clausura en el pueblo de Dios. Que viene a ser lo mismo.

La amistad es una profesión para algunas y se sostiene en el silencio. De siempre se sabe que una palabra tapa a otra. Sin embargo, yo de mucho decir la verdad no soy, pudiera pues desenvolverme en el campo de más o menos conocido para las ocasiones. Que falla alguien para completar el autobús en un viaje del IMSERSO yo. De elegir amigo de grado alma ya no: conocido para las ocasiones y gracias.

Tristeza infinita la mía. Duda que conduce al desaliento porque dormir dos días sin que nada me desvele es imposible. Ni recuerdo lo que se siente despertar al día libre de dudas. Culpable de mis desavenencias... Al paso de los años me vuelvo intratable y no admito otras verdades si no son las mías de siempre sin contrastar. De quien como yo desprecia la verdad, amiga que lo fue, me cuentan que anda dando tumbos en busca de la verdad que despeje sospechas. No son dudas son sospechas. Recordar a veces es morir. Morir de soledad o simplemente de tristeza es morir dos veces. Burlarse de los débiles es burla que acaba generando miedos propios que invaden todos los rincones de la mente. Una mente que nunca estuvo bien del todo. Me cuentan que de un tiempo a esta parte las cosas le han cambiado a mejor y que otros amores le rondan. Pronto sabré más.

Siempre estuve convencido que lo nuestro te venía grande, y por grande te hacía pequeña. Yo no te miraría por encima del hombro ni te haría sentir pequeña... De tus celos de antes se desprende un desprecio cínico ahora... Alguien que no fuera yo debería decirte que lo nuestro sigue en la misma esquina donde lo dejaste. Lástima que ahora otros intereses de buena mesa y mejor sofá te cautive; un transcurrir sin sobresaltos: una vida aburrida como la Semana Santa. O una noche de verano cuando es otoño. Como el amor cuando deja de ser amor para ser lo que nunca será. Indiferencia.

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