miércoles, 11 de noviembre de 2015

Gustavo Escanlar.

Una foto de mi padre a los veinticinco.

Escanlar

se ríe, tiene pinta,
no se imagina nada,
no sabe que le esperan
una mujer histérica
un hijo maricón

un trabajo sin éxitos
una amante frígida y asmática
la madre que lo abandonó pidiéndole cariño
no se imagina todo eso porque tiene solamente veinticinco
-mi edad ahora-
y tiene la fuerza del recién llegado
la fuerza del galleguito dispuesto a todo
la fuerza del enamorado
no se imagina nada
porque está peinado a la gomina
y tiene puesta su mejor corbata
y pide que le retoquen la foto
y “de noche cuando me acuesto le rezo a la virgen de la macarena” retumba en su cabeza
y ríe
no se imagina nada
y veinte años después
perderá esa sonrisa
(llora ahora mientras la busca en la foto)
perderá el pelo y la figura
no se imagina a sí mismo
veinte años después mirando el programa de berugo
esperando la jubilación
esperando la paz
esperando la muerte
no se imagina nada en la foto blanco y negro con la firma
de silva
porque piensa que el mundo es suyo
piensa que le va a ir bien
que la vida es hermosa
no se imagina nada en la mirada de ojos negros tan brillantes
porque piensa que mañana va a ir a trabajar
y va a juntar dinero y a comprarse una casa
no se imagina nada
y tiene veinticinco
y Asturias ya está lejos
y también las ovejas y las montañas y las lentejas y la guerra civil y el cansancio y los churumbeles y Franco
y mañana va al baile de casa de Galicia
y conoce a mi madre
(él no se lo imagina).

Gustavo Escanlar, poeta, falleció el 11 de noviembre de 2010.

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