jueves, 18 de agosto de 2011

Me (nos) ganó la partida

"La felicidad consiste en unir los pensamientos, las palabras y los hechos". Gandhy.

Mucho antes de La Creación de Jesús el Cristo, hubo gente que se instruía en la enseñanza. Las prioridades y la importancia de los cuatro elementos: Tierra, Agua, Fuego y Aire. Los cuatro constituyen los pilares de la Tierra. Si logramos el equilibrio de los cuatro gozaremos de una estabilidad físico, mental y espiritual. Cuando no existe armonía en la interacción de los cuatro elementos se produce una arritmia que influye en todos los aspectos para el desarrollo cotidiano del humano ser. Las voces claman (uy), el desastre se avecina (ay), el mundo va cambiando de forma dañina. Sin equilibrio aceptamos un riesgo que puede llegar a la aniquilación del reino animal... Lo tenebroso del caso es que todos somos habitantes de este mundo y los desmanes de unos repercuten en todos sin excepción. Y el fuego del sol obrará desaforado en la atmósfera y quedaremos reducidos a cenizas. Entonces de poco servirán los arrepentimientos y las lamentaciones. Pero no sé si me entiendes o me explico... Tu fuego interior, tu pelo al viento, tu agua de mar, ¿la tierra que te cubre? Qué me dices de la armonía de antes... Si hay esperanzas en los sueños, en las pasiones, en las aventuras... en los sentimientos del poeta... Si hay complicidad entre la tiniebla que oculta el pensamiento, las ideas que nacen como ascuas en las tortuosas cavernas de la imaginación. (Santa poesía). El misterio de la inspiración agita el alma en el punto exacto de la transmutación de la vida... Veo simpatía en los vésperos cuando el horizonte engulle al astro rey y la luna se refleja en las aguas de un mar retocado con pinceladas de poesía y crean la belleza de la vida. Y también veo pinceladas de amistad en la aurora que despierta a los pájaros cuyos trinos entusiasman el día y convierten la rutina en regocijo. Aunque muestra armonía de antes te queme no puedes pensar que eso es malo, tienes que vivir acorde a los sentimientos en cada ciclo de tu vida. Cada cual resiste como puede y se acomoda a la realidad que le toca en vivir.

Te dije que la máscara de hierro que llevaba era falsa, insistí que no estaba validada por Alejandro Dumas, y que un día lo descubrirías... Pero te fuiste ofendido sin mediar palabra... El tiempo pasó y hoy es ese día que descubriste que la máscara era pura chatarra y él un trepa traidor... Y al recordar mis palabras seré tu mayor decepción. Me echas en falta aunque solo me dediques un par de minutos en el pensamiento como persona ocupada que eres. Mientras, él, sonriendo de soslayo disfrutará de un café y su rico aroma. Me (nos) ganó la partida. El tiempo me dio la razón pero eso ya no importa, ya es tarde. Sí, tarde... demasiado tarde. Lástima.

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