martes, 16 de agosto de 2011

Brebaje de mala conciencia

Hay quien camina por las calles polvorientas injertando una esperanza... A la dama de una poesía sin poeta. Todas luces son la antítesis de un anhelo. Cuando se pierde un amor la inspiración se queda a oscuras. Hoy, presiento un día de barullo partidario de estar solo y lejos del pon, pon, pon... culpable de mi dolor de cabeza. Y aún me espera una semana infernal de música enlatada y brebaje de mala conciencia. Desnudo estoy de humanidad, soy apenas en medio del oasis donde crecen las palmeras de la vida. ¿Qué le ocurre al humano ser cuando alcanza la gloria? Es necesario saber. Saber que uno necesita despertar de un sueño que le tiene prisionero a las puertas del silencio. Morir de éxitos no puede ser peor que morir por un amor. Me duelen los huesos entumecidos por los años. Solo me sale una mueca rancia con la intención de crecer en un recuerdo de madrugadas y sábanas blancas. Un contorno... una piel... Si no tuviera conciencia o fuera una conciencia pasajera. Perdido en el limbo de la ingratitud, desorientado y desorbitado, sigo dale que dale insistiendo con la imaginación en busca de un amor... Al principio fue todo muy cercano, y una voz interior me hablaba de la reconciliación... Quizás una metamorfosis evocadora me guiaba hacia ti, pensé, luego imaginé... Qué de mi inspiración... ¿El eco del silencio prevalece sobre todas las cosas...? Dicen que los jóvenes saben lo que no quieren antes de lo que quieren... Y los viejos qué, los viejos qué sabemos... Acaso volver a la verdad y que todo fuera como antes... El hecho de ser viejo no me da la solvencia necesaria para interpretar un murmullo cercano. Una palabra hipotecada por el tiempo. Un ruiseñor con vuelo apacible comprometido con un canto que transforma en sonrisa una mirada de soslayo... Atrás queda la mirada de un desamparo gritando en el silencio, callado por norma. Si un amor es devorado por falta de imaginación el amor sucumbe ante la pose redentora que ya no redime ni a un poeta de mala prosa y su silencio más ominoso. (Me temo a mí mismo sino a la verdad).

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