Hoy me obliga a escribir de soslayo una mujer enamoradiza que nunca se había hecho reconocer por un médico. Hasta que un día un dolor en el pecho... El mismo día pidió cita presencial al médico y... (gracias a una amiga que tenía una prima, y la prima, una amiga que tenía una vecina en atención al paciente) siete meses después un chequeo, ¡oh, sorpresa!, una mujer enamoradiza no tenía corazón. La noticia turbó a la comunidad científica. ¿Cómo es posible? No es posible. Nadie entendía cómo una mujer enamoradiza no tenía corazón... Un amigo de aquel entonces le preguntó: ¿No habrás colocado tu corazón "a los pies de los caballos"? No lo mató, pero él hubiera preferido la muerte a la desesperanza que llevó a su vida. Pretendía ayudarla, como siempre, precisamente en ese momento, sin venir a cuento, le iba a recordar su exclamación favorita: "Yo no soy así". El refranero manifiesta que "el que mucho habla mucho yerra". Sí, yo soy el amigo de aquel entonces que hubiera preferido la muerte a la desesperanza. El caso es que esa mujer enamoradiza sin corazón, hoy en día, está para encerrarla en el manicomio, y lo peor, no le importo, que es tanto como decir que ya no me quiere. Y eso duele, ay, y como duele tanto, tanto y tanto duele, y además esto se va alargando demasiado, con pena y sin consuelo, me apeo. Mañana vuelvo. Gracias.
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