En la época actual, las nuevas ideas, los movimientos y los conceptos cambian a cada instante. Parece como si bailáramos todos una danza al mismo tiempo. Lo diferente cambia el ritmo. Y la danza es inevitable. Es inevitable, como la búsqueda de supervivencia en aspectos sociales, culturales, que imprimen a nuestra existencia los elementos del ritmo. No puede ser tan difícil. Cada individuo crea su propia música y su danza. Por eso tenemos que abrir la conciencia del momento a la realidad:
A los que conservan la fe y su magia en el silencio.
A la tierra, la piedra, el árbol, el aire, el agua.
A la eternidad de un instante tan provisional.
A los marginados, los que sufren, los dementes, los sabios (redundante hasta el final).
Vivimos momentos de agitación y de monotonía.
Realidades y sueños,
alegrías y tristezas,
miedo a la confianza,
ira sin control.
Al orden en el caos.
Seguridad o incertidumbre,
debilidad o fuerza,
luz o tinieblas,
amor o aversión.
En este mundo casi perfecto, es complicada la danza de la humanidad. El gran desafío de nuestros días es vivir de acuerdo con las exigencias de un tiempo cargado de distracciones. Este panorama nos paraliza y nos sitúa en el paisaje más alto de una realidad que abonamos con ruegos y más mentiras. Tengo una vergüenza atroz de vivir de este modo cobarde. Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario