-¿Papi, por qué estás triste?
-¿Te parece que estoy triste?
-Sí, no me engañas, estás triste.
-No estoy triste, soy mayor, tal vez demasiado viejo, y cuando algo imprevisible ocurre me cuesta asumirlo como algo natural.
-¿Es culpa mía?
-No, mi amor. No es culpa tuya, ni de nadie. No lo entenderías.
¿Estás enfermo?
-No, para la edad que tengo, la salud más o menos me respeta.
-Déjame contarte un secreto: fui a la presentación de un libro de poesía de Benjamín Prado, que presentó con Joaquín Sabina y se lo compré a la mamá para que te lo regale mañana. ¿Recuerdas la foto que tengo abrazada a ellos? Faltabas tú. Que no se entere la mamá.
-Seré una tumba.
-Te quiero papi. Y más, y más, y más, y más...
-Y más, y mucho más. ¿Me quieres contar qué te ocurre? Te apetece ir a pasear... ¿Cómo se llama este lugar tan hermoso?
-El Saladar.
-Tendré que llamar a un traductor para hablar contigo. Cambias de tema, no te entiendo. ¿De entenderte sería una debacle?
-¿Qué es una debacle.
-Debacle, desastre. Si supieras la sorpresa que llevé al saber su significado. Debacle quiere decir deshielo, y hay deshielos que son verdaderos desprendimientos. En sentido figurado, debacle vino a significar desastre.
-¿Y cuál fue la sorpresa que llevaste?
-La sorpresa fue lo que no esperaba.
-¿Lo que no esperabas?
-Perdona, la sorpresa fue averiguar que una debacle también puede ser calificada de hecatombe. Y me llevó a saber que, en su raíz etimológica, hecatombe tiene el significado de sacrificio.
-¿Es ironía, o solo verdad?
-Mi niña, yo solo estoy triste si tú lo estás. E imagino una hecatombe. La niña de mis ojos, el astro que brilla con luz propia. Tú no brillas con tu luz de siempre. Estás triste. Y si este llanto mío que llora por dentro no me calma, si voy a seguir llorando... ¿Qué te ocurre, mi niña?
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