domingo, 7 de abril de 2024

Un día amable lo tiene cualquiera (y dos y se acabó).

Ayer lo dejamos poco antes de la pregunta del millón. No recuerdo más y no soy de releerme. Así que el de soslayo de ayer como que fue un suceso multifactorial sin trascendencia. Y empiezo con el de hoy: esta noche estuve dándole vueltas a esa gente que se casa, van de luna de miel a lugares que no aparecen en el mapa y estupendo, pero de vuelta a casa cambian de look y se divorcian (no, no hablo de política). Ah, ya recuerdo lo de ayer, y lo de hoy no tiene que ver con casamientos de conveniencia, es un chisme que me contó la dama que no me deja ir: al parecer una clienta lleva una vida enamorada de sí misma y no hay manera de que se divorcie (fiémonos del secreto médico/paciente). Y, como ayer, volvió a lo suyo, esta vez con una advertencia religiosa: "Algunas religiones vaticinan el fin del mundo" (y el dueño del partido del "irrepetible" con que España se rompe) y eso genera incertidumbre en la población sugestionable. También un sentimiento de culpa por acciones y decires que buscan refugio en un de soslayo indulgente, quizá. Uy, parece que la reconciliación llama a la puerta. El Señor los quiere arrepentidos. "Perdóname", cantaba el de Alcoy. Necesita de urgencias que alguien la quiera. Le aconsejaría que se cubriera hasta donde la sábana alcance, sin dejar los pies al aire, pero se me da mejor callar. (Como amaneció sin saber de qué iba el de soslayo de ayer, ni el de hoy por más que disimule, y es domingo de ir a misa, valen las disculpas). Gracias.

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