Los estados de ánimo no llevan mapa incorporado para encontrar el camino de salida. Ni prevé guía de soluciones (GPS). Ni siquiera está claro a veces dónde nos espera la entrada porque tal vez sea un agujero en el suelo tapado por la espesura para atrapar tu pisada a traición. Así que resulta difícil planificar cómo se deben tomar determinadas decisiones sobre las que no tenemos control ni mucho menos conocimiento antes de que sea muy tarde. O demasiado temprano. Qué le vamos a hacer, somos seres humanos y los defectos nos definen después de mucho tiempo al acecho. Quizá nos aprietan y quizá nos ahogan si se desbocan más allá de nuestras flaquezas, en ocasiones disfrazadas de arrogancia o perplejidad. Siempre hay miedo cuando se trata de indagar en nuestras zonas erróneas. No hay que fiarse de los arranques exultantes con sello de coaching parlanchín porque nos pueden nublar el sentido y hacernos creer patrañas tales como que el universo conspira para que hagamos realidad nuestros sueños si creemos firmemente en ellos o que el karma existe y quien la hace la paga o que al final se recoge lo que se siembra. Pues no, oye, la realidad enseña que hay mucho canalla que muere plácidamente en la cama sin atisbos de mala conciencia y que gente buena en esencia tiene horribles desenlaces que no hacen justicia a su forma de habitar el mundo. Así que es conveniente no dar mucha importancia a los estados de ánimo extremos y preferir ese espacio de tibieza emocional que tiene mucho de melancolía cauta y casi escéptica que nos protege contra la tentación de creer en cuentos de hadas con final perdiz. (Tino Pertierra). El señor Pertierra sacome de entre los muertos: "tú escribe".
Pensaba uno que en los más de ocho años de abusos esclavistas algo tenía que ver la melancolía (y los celos) y sí, el señor Pertierra está en lo cierto, además de los evidentes actos de corrupción continuada desde el poder. Los peores empresarios amigos de Rajoy cuando mezclan el hambre con las ganas de comer enseñan sin la menor reserva los negocios ilegítimos, los abusos esclavistas, insisto, las persecuciones y los desprecios. De los discursos politiqueros sin ideología y mucha cara dura a nadie importa. Sabía que tarde o temprano nos volveríamos a encontrar en el manicomio. Eso no es malo, pero aquí mando yo y tu destino está en mis manos. Hay que saber crecer rindiendo un beneficio tangible para que nadie quede atrás. (Cuando llega la hora de renovar la piel, es entonces cuando damos a entender el calado de nuestras intenciones). Gracias.
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