Joe Biden, presidente estadounidense, al parecer tiene en su poder el don de ser un viejo simpático con mala memoria. Por ser simpático y tener mala memoria (viejo ya soy) y llevarme bien con la gente que se lleva mal conmigo vendería mi alma al diablo. Ser viejo, simpático y tener mala memoria no es delito en el país de Joe Biden (delito, y muy grave lo es en el pueblo de Patricia. Qué sabrá nadie), aunque los republicanos pretenden inhabilitarlo como candidato para las próximas elecciones.
Recientemente, tuve el privilegio de intercambiar impresiones con amigas y vecinos de la calle. Hablamos de las cosas que importan, entre todas destaco lo bien que les va la vida a las personas que les va muy bien. Son personas que viven a costa del erario (sinónimo de llegar a fin de mes). Hay más pueblos en España como el pueblo de Patricia, y casi todos reconocen la floración del azahar en Les Seniaes y el buen hacer de la clase dirigente (la que no agradece la simpatía de un viejo y su mala memoria. Disculpen, donde dije mala memoria, quise decir buena memoria: basta de poner paños calientes). Doy más vueltas que una peonza, en este asunto para llegar al pueblo de Patricia donde los politicastros no recuerdan y los electores olvidan. (Las promesas electorales son versos que incapacitan y no vale la pena recordar. Como no vale la pena recordar, y menos mal, que ha sido su candidato el que ha inhabilitado a la dueña de un partido político por su mala memoria). Gracias.
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