Así no se construye un país.

En tiempos de manicomio y muerte, a los poderosos todo les parece poco y no son capaces de conformarse con su caja de caudales repleta y saciar su sed de todo. No es enero y las rebajas de invierno. No es enero y otros meses son más caros.

Un alma herida, vacía de ternura, huérfana de amor, alimentada de elogios, embriagada de placeres, ay, y desterrada de su reino. En tiempos de manicomio y muerte, los falsos amores desatan los anhelos ocultos. Cabal en apariencia, a la hora en punto una mujer sale de casa en la noche desvelada en busca del amor que tanto quiso y ciega de odio despreció para que sane su psique. Una mujer dio en loco. Y a pesar de la desigualdad que creó, la enemistad que llevó a la vecindad, el caos institucional, la familia hecha añicos y los hijos, los hijos primero, no se detuvo y el clientelismo se ocupó del buen gobierno. En este punto surgen dos preguntas: ¿No somos todos hijos del mismo pueblo? ¿Hasta cuándo esta política homicida? Alto precio pagan las familias que no llegan a fin de mes. El asunto es descorazonador porque la vecindad más necesitada vota subordinada. Los que gobiernan ofrecen mano de obra barata sin estabilidad. Y cualquier trabajador cambiaría parte de su mísero salario por estabilidad en el empleo. Para qué negarlo: Así no se construye un país. (Ni sanaré tu psique). Gracias.