La vida es demasiado corta para esperar tanto tiempo por ti, y por nadie. Seguramente ya eres nadie. El tiempo impaciente es cruel. Lamento si tú y yo te hicimos creer otra cosa. Antes de seguir, aclaro que mis sentimientos hacia ti son innegables: te quiero, aunque seas nadie. Y sigo, pero ya como reproche. Tu frágil memoria se olvidó de la única condición que te puse: "Tú solamente tienes que confiar en nosotros", nosotros somos tú y yo, y dijiste sí. ¿Qué pasó con la palabra dada? ¿Qué te hizo pensar que no te lo iba a reprochar? Moralmente, tú y yo, es decir, nosotros, somos peor que nuestros hijos. La familia, tú y yo, tus hijos y los míos. La familia, y los hijos primero. Tú y yo, nosotros, somos padres y pensamos igual, ¿o no? Como padres, no podemos lavarnos las manos y el que venga detrás ya sabrá lo que hay que hacer, porque no lo sabe. Tú y yo sí, y nadie más. No quiero que cuando te vayas aparezca la injusticia y vuelta a empezar. Mi mente no lo soportaría. Tal vez no vuelva a haber un día más para nosotros, tú y yo, nosotros... ¿Y por qué no? (Por nosotros, desata esa duda y fin). Gracias.
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