"No sé qué hacer con tanta felicidad". Ayer, se lo oír decir a una joven en "A vivir que son dos días" de Javier del Pino, en la SER. Siento haber llegado tarde y no saber cómo una joven puede tener tanta felicidad. ¿Le tocaría la lotería, aprobaría un máster, le concedieron el ingreso mínimo vital que solicitó hace años y sigue viva, encontraría un trabajo a jornada completa con un salario digno, o un contrato basura por dos o tres horas (el contrato basura condena a vivir por debajo del umbral de la pobreza)? Estos tiempos neoliberales con viento de levante y tanta vileza me rompe el alma. No reconozco a mi país, y si luego escucho a Pedro Sánchez, como la joven que no sabe qué hacer con tanta felicidad, yo tampoco sé qué hacer con lo contrario. Cuesta llegar a fin de mes sin la esperanza de comer hoy y mañana. ¡Naturalmente que hablo de los que siempre pierden, de quién iba a hablar si no me trato con monseñores, contratistas ni políticos!. (Impaciente espero que comience la campaña electoral para que, por quince días más el recuento y la botella de cava, imaginar que este país es otro). Gracias.
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