"No tengo simpatía por ningún partido político o, mejor dicho, los aborrezco, porque todos me parecen igualmente limitados, falsos, pueriles, empleados en lo efímero, sin visión de conjunto y sin elevarse jamás más allá de lo útil". (Gustave Flaubert). Es decir, lo más cercano a lo útil en un partido político es lo inútil. Y la gente que los gobiernan, los políticos, no perciben el hartazgo de los votantes. Una patria anda en cueros de institucionalidad. Se desnudaron en las últimas elecciones y siguen en cueros. El contento de los políticos no es más que la tristeza maquillada de las familias que no llegan a fin de mes. El no poder pagar la luz, la gasolina, el gas, la hipoteca, la cesta de la compra y etcétera. Codicia grotesca, deseos insaciables de los empresarios que todo les parece poco ganar, y el empeño, y dale, de los políticos incapaces de satisfacer los verdaderos menesteres de las familias. Vivimos tiempos donde las apariencias lo son todo, y el amor caduca con un cambio de opinión: "... dije Diego". ¿Quién le quita el disimulo a un estado de ánimo triste de morir? (La felicidad solo satisface el ego). Gracias.
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