La pregunta ya no es qué les pasa a la gente de mi entorno, sino a mí. Me explicaré: Hace demasiado calor y me sienta mal. Pero madrugar me sienta bien, como leer y pensar, y al amanecer salgo en bicicleta a que me dé el aire en la cara y respirar un poco. Lo hago cada día, pero hoy ocurrió algo nuevo: A medio camino tuve que parar a descansar de pensar. La Guardia Civil no me multará por exceso de velocidad, pero si pensar fuera ilegal, lo que me pagan sería para multas. Y descansado bajo un naranjo... Claro, seguí pensando, y pensé que tanto pensar no me sirvió para conseguir un sueño personal, a la vez que evitar sufrir tantas adversidades, ay. Alguna grave. No me atreví a volver en bicicleta porque de tanto pensar la cabeza me daba vueltas y volví caminando. Y llegando a casa pensé que había hecho mucho por muchos y no por mí; por mí había hecho nada. Aún así, no me arrepiento haber hecho mucho por muchos y... (Y en esos tres puntos me acabo de dar cuenta que sufro el síndrome de la indefensión aprendida y tendré que olvidarte o daré en loco loco, de tanto pensar en ti). Gracias.
... de nada.
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