El tiempo y el olvido. Y no deja de llover y el río se está desbordando: el dique no aguantará. El tiempo pasa lento. El olvido no encuentra camino. Solamente es empezar, decir sí, sí quiero. Y quiéreme más si aún no me quieres lo suficiente. Piensa en mí y quiéreme más. Y cuando no sepas a donde ir... A donde yo te llevaría no necesitas otra apariencia; un pretexto, una disculpa de quinceañera enamorada. Todo en nosotros es extravagante. ¿Estamos condenados a querernos y morir en esta agónica ansiedad? ¿Qué o quién nos impide volver? ¿Querernos aún más? Tremendo desconcierto. Dame paz, sosiego. Di, si algo tienes qué decir: dilo ya. Libérame de esta locura. Ni ataduras, ni condiciones. Y si tienes dudas, y si tienes miedo, y si tu fe genuina ya no se caracteriza por su osadía, si no te importa vivir tus sueños, si con soñarlos te conformas, entonces huye, sé valiente y huye y no vuelvas; prefiero esperarte. La santa poesía me ha configurado y me ha hecho más fuerte y sé lo que hay que saber para adaptarme a las peores situaciones. (Pero no olvides que seré testigo de tus insomnios). Gracias.
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