Dios quiso y he vuelto. Y he vuelto feliz, hasta se podría decir que más sociable, y eso es mucho decir. He sangrado todo lo que tenía que sangrar para curarme en salud. Un milagro para creer. En un monasterio de clausura los milagros están en la orden del día: uno antes de cada comida. Me he curado en salud y me siento capaz de enfrentarme a la existencia de todos mis días. Soy feliz y me siento libre. Disculpen, antes de evadirme, me llegó un "emilio" privado con una pregunta y no quise (porque no supe) contestar. Las prisas. Era una pregunta de compromiso y tenía que meditarla. ¿Y quién, sino Él, que tiene respuesta para todo me podía ayudar? Claro. Ahí la pregunta: "Si tú no haces que tus días sean mágicos... ¿Quién lo hará?
La pregunta tiene soledad mal llevada y solo el milagro de antes de la cena, que es el más milagroso, sabe la respuesta. Y ahí la respuesta: "Tus días ya son mágicos. Pero si dudas y tienes miedo, pregúntale a tu corazón y él te dirá quién lo hará por ti; si tú quieres". (Aunque está escrito que lo puedes hacer tú sola, es decir, con lo que tienes... Con el perdón). Gracias.
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